¿Cuánto hace que alguien no te lee un cuento? Ese momento donde la voz de quien lo lee entra dentro de ti y tu imaginación empieza a volar y volar... Ese momento mágico donde viajas a ese mundo al que te transportan y lo haces tuyo.
Déjame que te cuente...
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1. EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA.
Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy... -se lamentaba-.
-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...
¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
Finalmente un día llego a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:
"Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.
2. EL MAESTRO TIBETANO.
En una pequeña aldea de las montañas del Tíbet vivía un anciano monje muy sabio que se dedicaba a la docencia. Corría la leyenda de que, frente a cualquier situación, lograba siempre una magistral enseñanza.
Cierta tarde, mientras el anciano maestro estaba en el Templo con sus alumnos, un hombre irrumpió repentinamente gritando: – “¡Embustero! ¡Farsante! ¡Mentiroso!…”
Todos los allí presentes se sintieron de lo más incómodos ante aquella situación y esperaban a que el maestro respondiera a los insultos, impacientes por una nueva lección.
Mas no fue eso lo que sucedió. Nuestro monje esperó a que el desconocido dejara de gritar y se marchara. Sólo entonces decidió reanudar su curso como si nada hubiera pasado.
A la semana siguiente, volvió a repetirse la misma escena: el desconocido se acercó al Sagrado Templo y lo insultó de nuevo: – “¡Miserable! ¡Charlatán! ¡Canalla!…” – le gritó.
El maestro permaneció impasible en esta ocasión también.
Por tercera semana consecutiva aquel hombre volvió a acercarse al Templo y gritarle: – “¡Cretino! ¡Necio! ¡Majadero!…”
Los alumnos estaban cada vez más asombrados. Muchos de ellos se sintieron incluso decepcionados. Nadie comprendía que su Maestro aceptara semejante humillación sin hacer ni decir nada.
Sin embargo, y por algún motivo desconocido, una semana más tarde, el mismo hombre entró de rodillas en el Templo implorando clemencia: – “Perdón, Maestro, eres sabio y bondadoso, digno de admiración. Te pido disculpas pues alabo todo cuanto haces…”
Todos se quedaron desconcertados y sorprendidos ante tal cambio, sin embargo, el anciano monje tampoco reaccionó esta vez.
Uno de los alumnos, que creía ser más aventajado, preguntó al no poder contenerse: – “¿Por qué no dices nada, Maestro? ¿Por qué no te defendiste antes o te alegras ahora?
– Mi querido alumno -dijo el anciano-, escuché lo que el hombre decía, pero nunca me pareció que estuviera hablando de mí.
En una pequeña aldea de las montañas del Tíbet vivía un anciano monje muy sabio que se dedicaba a la docencia. Corría la leyenda de que, frente a cualquier situación, lograba siempre una magistral enseñanza.
Cierta tarde, mientras el anciano maestro estaba en el Templo con sus alumnos, un hombre irrumpió repentinamente gritando: – “¡Embustero! ¡Farsante! ¡Mentiroso!…”
Todos los allí presentes se sintieron de lo más incómodos ante aquella situación y esperaban a que el maestro respondiera a los insultos, impacientes por una nueva lección.
Mas no fue eso lo que sucedió. Nuestro monje esperó a que el desconocido dejara de gritar y se marchara. Sólo entonces decidió reanudar su curso como si nada hubiera pasado.
A la semana siguiente, volvió a repetirse la misma escena: el desconocido se acercó al Sagrado Templo y lo insultó de nuevo: – “¡Miserable! ¡Charlatán! ¡Canalla!…” – le gritó.
El maestro permaneció impasible en esta ocasión también.
Por tercera semana consecutiva aquel hombre volvió a acercarse al Templo y gritarle: – “¡Cretino! ¡Necio! ¡Majadero!…”
Los alumnos estaban cada vez más asombrados. Muchos de ellos se sintieron incluso decepcionados. Nadie comprendía que su Maestro aceptara semejante humillación sin hacer ni decir nada.
Sin embargo, y por algún motivo desconocido, una semana más tarde, el mismo hombre entró de rodillas en el Templo implorando clemencia: – “Perdón, Maestro, eres sabio y bondadoso, digno de admiración. Te pido disculpas pues alabo todo cuanto haces…”
Todos se quedaron desconcertados y sorprendidos ante tal cambio, sin embargo, el anciano monje tampoco reaccionó esta vez.
Uno de los alumnos, que creía ser más aventajado, preguntó al no poder contenerse: – “¿Por qué no dices nada, Maestro? ¿Por qué no te defendiste antes o te alegras ahora?
– Mi querido alumno -dijo el anciano-, escuché lo que el hombre decía, pero nunca me pareció que estuviera hablando de mí.
3. LO IMPORTANTE ES DAR LUZ.
Una estrella recién nacida tomó entre sus manitas de luz a una luciérnaga que volaba en el espacioso jardín de la noche. Eres tan pequeñita -le dijo- y tu luz es tan débil.
La luciérnaga se detuvo sobre la hoja de un ciruelo bajando la cabeza para que su hermana no supiera de su tristeza.
Eres tan llena de luz -le dijo entonces con un hilo de voz
- y agregó: ...y sin embargo, hermana mía, tan ciega.
El tamaño de las cosas, ¿pertenece al reino del espacio o al reino de la Esencia? No importa que tan grande seas tú, y cuán pequeña parezca yo, lo que sí es importante es que ambas somos portadoras de luz.
Deja tus huellas gigantescas en el inconmensurable cielo; a mí me basta con iluminar el sendero de los pequeños insectos voladores para que en sus viajes nocturnos no sean atrapados por telarañas y otros peligros.
Cada uno ayuda según la luz que posee, no interesa la magnitud o pequeñez del servicio. Lo que sí es importante es que éste sea el producto de la luz que cada uno tiene en su corazón. La fuente es la misma.
Una estrella recién nacida tomó entre sus manitas de luz a una luciérnaga que volaba en el espacioso jardín de la noche. Eres tan pequeñita -le dijo- y tu luz es tan débil.
La luciérnaga se detuvo sobre la hoja de un ciruelo bajando la cabeza para que su hermana no supiera de su tristeza.
Eres tan llena de luz -le dijo entonces con un hilo de voz
- y agregó: ...y sin embargo, hermana mía, tan ciega.
El tamaño de las cosas, ¿pertenece al reino del espacio o al reino de la Esencia? No importa que tan grande seas tú, y cuán pequeña parezca yo, lo que sí es importante es que ambas somos portadoras de luz.
Deja tus huellas gigantescas en el inconmensurable cielo; a mí me basta con iluminar el sendero de los pequeños insectos voladores para que en sus viajes nocturnos no sean atrapados por telarañas y otros peligros.
Cada uno ayuda según la luz que posee, no interesa la magnitud o pequeñez del servicio. Lo que sí es importante es que éste sea el producto de la luz que cada uno tiene en su corazón. La fuente es la misma.
4. EL BILLETE ARRUGADO
Pablo, con el rostro abatido de pensar, se reúne con su amiga Laura en un bar a tomar unos refrescos. Deprimido, descargó en ella todas sus angustias... que si el trabajo, el dinero, la relación con su novia, su familia...Todo parecía estar mal en su vida.
Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de 50 EUR y le dijo: ¿Quieres este billete?Pablo, un poco confundido al principio, le contestó: Claro, Laura... son 50 EUR, ¿quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelotita a Pablo, volvió a preguntarle: Y ahora, ¿lo quieres también? Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 EUR. Claro que lo cogeré si me lo das.
Laura desdobló el arrugado billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie, levantándolo luego sucio y marcado. ¿Lo sigues queriendo?
Mira, Laura, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de 50 EUR, y mientras no lo rompas, conserva su valor...Pablo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o te pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido.
Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado. Pablo se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... pero me debes un billete nuevo de 50 EUR para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite.
Le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta. Pablo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta...
Pablo, con el rostro abatido de pensar, se reúne con su amiga Laura en un bar a tomar unos refrescos. Deprimido, descargó en ella todas sus angustias... que si el trabajo, el dinero, la relación con su novia, su familia...Todo parecía estar mal en su vida.
Laura introdujo la mano en su bolso, sacó un billete de 50 EUR y le dijo: ¿Quieres este billete?Pablo, un poco confundido al principio, le contestó: Claro, Laura... son 50 EUR, ¿quién no los querría?
Entonces Laura tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo una pequeña bola. Mostrando la estrujada pelotita a Pablo, volvió a preguntarle: Y ahora, ¿lo quieres también? Laura, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 EUR. Claro que lo cogeré si me lo das.
Laura desdobló el arrugado billete, lo tiró al suelo y lo restregó con el pie, levantándolo luego sucio y marcado. ¿Lo sigues queriendo?
Mira, Laura, sigo sin entender a dónde vas, pero es un billete de 50 EUR, y mientras no lo rompas, conserva su valor...Pablo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o te pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo has sido.
Lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado. Pablo se quedó mirando a Laura sin atinar con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Laura puso el arrugado billete a su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: Toma, guárdalo, para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... pero me debes un billete nuevo de 50 EUR para poderlo usar con el próximo amigo que lo necesite.
Le dio un beso en la mejilla y se alejó hacia la puerta. Pablo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó y con una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta...
5. LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y EL CAFÉ.
Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba, otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.
El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre el fuego.
Cuando el agua comenzó a hervir, colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato.
Finalmente, coló el café. Miró a su hija y le dijo: "¿Qué ves?”. "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente, la hija preguntó: "¿Qué significa esto, papá?"
Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo. Pero cada elemento había reaccionado de forma muy diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo, se había vuelto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
El café, sin embargo, era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua. "¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija.
"Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que, cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una adversidad te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro? ¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren
6. UNA CAJA DE BESOS
Hace ya un tiempo un hombre reprendió severamente a su pequeña hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envoltura.
El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.
A la mañana siguiente, la niña le regaló a su padre la caja envuelta y le dijo:
"esto es para ti, papito".
El se sintió avergonzado. Abrió la caja y la encontró vacía; nuevamente gritó con ira:
"¿acaso no te he enseñado que cuando se le da un regalo a alguien se supone que debe haber algo en su interior?"
La pequeña volteó hacia arriba el rostro y con lágrimas en los ojos le dijo:
"¡Oh, papito, no esta vacía! Yo soplé besos dentro de esa caja y todos ellos son para ti."
El padre se sintió morir; rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara.
Dicen que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado ahí. Entonces todo cambiaba.
Hace ya un tiempo un hombre reprendió severamente a su pequeña hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envoltura.
El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.
A la mañana siguiente, la niña le regaló a su padre la caja envuelta y le dijo:
"esto es para ti, papito".
El se sintió avergonzado. Abrió la caja y la encontró vacía; nuevamente gritó con ira:
"¿acaso no te he enseñado que cuando se le da un regalo a alguien se supone que debe haber algo en su interior?"
La pequeña volteó hacia arriba el rostro y con lágrimas en los ojos le dijo:
"¡Oh, papito, no esta vacía! Yo soplé besos dentro de esa caja y todos ellos son para ti."
El padre se sintió morir; rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara.
Dicen que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado ahí. Entonces todo cambiaba.
7. UN CHICO CON MAL CARÁCTER.
Estimados amigos, esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.
Descubrió que era más fácil controlar su genio, que clavar clavos detrás de la puerta. Llego el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día.
Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no le quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma ".
Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves. Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará y la cicatriz perdurará para siempre.
Estimados amigos, esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta.
Descubrió que era más fácil controlar su genio, que clavar clavos detrás de la puerta. Llego el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día.
Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no le quedaban más clavos para retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma ".
Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves. Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastará y la cicatriz perdurará para siempre.
8. EL HOMBRE DE LA VENTANA.
Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital.
A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el liquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.
El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un precioso lago, patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad.
Según el hombre de la ventana describía todo esto con detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.
Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.
Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía. Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.
Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.
Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca.
El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.
La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico: "Quizás sólo quería animarle a usted".
Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, sólo cuente todas las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar. "Hoy es un regalo, por eso se le llama el presente".
Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital.
A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el liquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus familias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana.
El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un precioso lago, patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad.
Según el hombre de la ventana describía todo esto con detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena.
Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír a la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras.
Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto plácidamente mientras dormía. Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo.
Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación.
Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blanca.
El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana.
La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico: "Quizás sólo quería animarle a usted".
Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad, cuando se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, sólo cuente todas las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar. "Hoy es un regalo, por eso se le llama el presente".
9. LA CANASTA DE FRUTAS. TAGORE
"¿Quién de nosotros se encargará de alimentar a los hambrientos?", preguntó el Señor Buda a sus discípulos, cuando el hambre hacía estragos en Shravasti.
Ratnakar, el banquero, bajó la cabeza diciendo: "Será necesario mucho más que mi fortuna para alimentar a aquellos que tienen hambre."
Jaysen, el jefe del ejército del rey, dijo: "Daré gozoso la sangre de mi vida, pero no hay suficiente alimento en mi casa."
Dharmapal, que poseía grandes praderas, suspiró: "El dios de los vientos ha sacudido mis tierras y no sé ni cómo pagar mis impuestos al Rey."
Entonces, Supriya, la hija del mendigo se levanta. Se inclinó ante todos y humildemente dijo: "Yo alimentaré a esos miserables."
"¿Cómo?" gritaron todos con gran sorpresa. "¿Cómo esperas cumplir tu deseo?"
Supriya respondió: "Soy la más pobre entre vosotros y ésa es mi fuerza. Mi tesoro y mi abundancia los encontraré en cada una de vuestras puertas."
"¿Quién de nosotros se encargará de alimentar a los hambrientos?", preguntó el Señor Buda a sus discípulos, cuando el hambre hacía estragos en Shravasti.
Ratnakar, el banquero, bajó la cabeza diciendo: "Será necesario mucho más que mi fortuna para alimentar a aquellos que tienen hambre."
Jaysen, el jefe del ejército del rey, dijo: "Daré gozoso la sangre de mi vida, pero no hay suficiente alimento en mi casa."
Dharmapal, que poseía grandes praderas, suspiró: "El dios de los vientos ha sacudido mis tierras y no sé ni cómo pagar mis impuestos al Rey."
Entonces, Supriya, la hija del mendigo se levanta. Se inclinó ante todos y humildemente dijo: "Yo alimentaré a esos miserables."
"¿Cómo?" gritaron todos con gran sorpresa. "¿Cómo esperas cumplir tu deseo?"
Supriya respondió: "Soy la más pobre entre vosotros y ésa es mi fuerza. Mi tesoro y mi abundancia los encontraré en cada una de vuestras puertas."
10. LOS SENTIMIENTOS.
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura , como siempre tan loca les propuso:
- ¿Jugamos al escondite?.
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad , sin poder contenerse preguntó:
- ¿Al escondite?. ¿Y cómo es eso?.
Es un juego, explicó la Locura , en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia , la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda , e incluso la Apatía , a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban, y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse...
- Uno, dos, tres..., comenzó a contar la Locura .
La primera en esconderse fue la Pereza , que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo , que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si ¿un lago cristalino? ideal para la Belleza . Que si la ¿rendija de un árbol? perfecto para la Timidez . Que si ¿el vuelo de la mariposa? lo mejor para la Voluptuosidad . Que si ¿una ráfaga de viento? magnífico para la Libertad . Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoismo , en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes.
El Olvido ... se me olvidó donde se escondió... pero eso no es lo importante.
Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
- Un millón, comentó la Locura y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la Pereza sólo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre Teología y la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y claro, así pudo deducir donde estaba Triunfo .
El Egoismo no tuvo ni que buscarlo. El solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse.
Así fue encontrando a todos, el Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris... (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta el Olvido ... que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite, pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.
La Locura buscó detrás de cada árbol bajo, cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos a Amor ; la Locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra:
El Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura , como siempre tan loca les propuso:
- ¿Jugamos al escondite?.
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad , sin poder contenerse preguntó:
- ¿Al escondite?. ¿Y cómo es eso?.
Es un juego, explicó la Locura , en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia , la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda , e incluso la Apatía , a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban, y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse...
- Uno, dos, tres..., comenzó a contar la Locura .
La primera en esconderse fue la Pereza , que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo , que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si ¿un lago cristalino? ideal para la Belleza . Que si la ¿rendija de un árbol? perfecto para la Timidez . Que si ¿el vuelo de la mariposa? lo mejor para la Voluptuosidad . Que si ¿una ráfaga de viento? magnífico para la Libertad . Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoismo , en cambio encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes.
El Olvido ... se me olvidó donde se escondió... pero eso no es lo importante.
Cuando la Locura contaba 999.999, el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
- Un millón, comentó la Locura y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la Pereza sólo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre Teología y la Pasión y el Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y claro, así pudo deducir donde estaba Triunfo .
El Egoismo no tuvo ni que buscarlo. El solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse.
Así fue encontrando a todos, el Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris... (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta el Olvido ... que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite, pero sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.
La Locura buscó detrás de cada árbol bajo, cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos a Amor ; la Locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra:
El Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña.
11. EL FRASCO Y LAS PIEDRAS.
“Un profesor, que había sido contratado para dar una formación sobre la gestión eficaz del tiempo, quiso sorprender a sus alumnos. Sacó de debajo de su escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:
- ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco?
- ¿Está lleno?
Las guijarros penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El profesor sonrió con ironía y repitió:
- ¿Está lleno?
- ¡Tal vez no!
- Bien –dijo el profesor.
- ¿Está lleno?
- ¡No! –exclamaron, esta vez, los alumnos.
- Bien –dijo el profesor que, tomando una jarra de agua de un litro, empezó a verter el líquido en el frasco.
El frasco aún no rebosaba.
- Bueno ¿qué hemos demostrado? –preguntó el profesor a sus alumnos.
- Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan las cosas –respondió un alumno avispado.
- ¡No! –concluyó el experto- lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.
Las piedras grandes son las cosas importantes: familia, salud, hijos, etc. La arena significa las cosas insignificantes de tu vida, por las que te preocupas demasiado. Si pierdes el tiempo y tu esfuerzo en estas nimiedades, no habrá sitio en tu vida para las cosas verdaderamente importantes. Preocúpate de las cosas importante primero y establece prioridades en tu vida, para vivirla con entusiasmo. ¡Tú tienes el poder!
12. EL MITO DE PIGMALIÓN
Pigmalión fue un famoso rey de Chipre, sabio, bondadoso y trabajador. Era un magnifico escultor que gastaba gran parte de su tiempo trabajando en sus esculturas. Estaba tan dedicado a su profesión que no tenía tiempo para hallar el amor. Así no había logrado encontrar esposa.
Un día se propuso hacer la más hermosa escultura, la mejor de sus obras, una mujer ideal, esculpida en marfil blanco. Una mujer con una belleza inimaginable e inigualable. Se dedicó con esmero a realizar esta obra y de este modo paso días y noches encerrado en su taller dando forma a esta mujer.
Esculpió cada uno de los rasgos y las formas con mucho detalle y cuidado. Cuando termino su obra, el resultado era una doncella muy hermosa a la que vistió con las mejores ropas y adornó con bellas joyas. Todas las noches Pigmalión visitaba su obra, imaginaba como sería aquella mujer si viviese, si fuera de carne y hueso en lugar de marfil. Y así fue como Pigmalión se enamoró y se obsesiono con aquella mujer, le puso de nombre Galatea.
La trataba con mucho amor y cariño, como si fuese un ser vivo, hablaba con ella todas las noches, la besaba y abrazaba, con mucha atención y mimos cuidaba de su bella Galatea.
Una noche mientras se celebraba una fiesta en honor de Afrodita, Pigmalión, que como siempre se encontraba pensando en Galatea, se arrodillo frente a la estatua de la diosa y le suplico de rodillas que diera vida a su obra. La diosa se apiado de él y dio vida a Galatea transformándola en una mujer de carne y hueso.
Cuando Pigmalión regresó a su taller, triste pensando que su obra siempre sería una escultura de marfil, se acercó a hablar con ella y suavemente beso sus labios. Al hacerlo no notó el frío marfil, sino los cálidos labios de una mujer. Galatea en ese preciso momento cobró vida y se enamoró perdidamente de su creador, que con tanto cariño la había tratado y tantos mimos le había dado.
Pigmalión se casó con Galatea, que se convirtió en reina de Chipre y tuvieron varios hijos, reinaron felices y agradecieron siempre su amor a Afrodita.
13. LA MÁS DELICIOSA SOPA DEL MUNDO.
Aquel pequeño pueblo crecía rodeado de montañas y lagos extensísimos. Apenas era una pequeña aldea, de casas azules y anaranjadas con huertos diminutos pero hermosos, cuidadosamente trabajados en los bordes del camino.
Un día, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño que le pedía algo de comer. “Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.
Aquel extraño de cabellos oscuros y barba descuidada iba pobremente vestido, pero había en su mirada un destello de honestidad y corrección. Sus manos, callosas y trabajadas por esfuerzos de hombre humilde, revelaban una tranquilidad y seguridad de ánimo que sorprendieron a la mujer.
“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. ”Tengo una piedra de sopa en mi bolsillo; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. ¿Podría traer un puchero muy grande con agua, por favor?”.
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego le dio vueltas, probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó: “¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.”
“¡Yo tengo patatas en mi cocina!”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. Dijo que estaba excelente y luego añadió: “Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...”.
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:”¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa, pensando que aún debían de quedar verduras en la despensa de su hogar, y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: “La sal”. ”Aquí la tiene”, le dijo la dueña de la casa. A continuación dio orden: “Platos para todo el mundo”. La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.
Todos se sentían extrañamente felices y mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. Y en medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.
Aquel pequeño pueblo crecía rodeado de montañas y lagos extensísimos. Apenas era una pequeña aldea, de casas azules y anaranjadas con huertos diminutos pero hermosos, cuidadosamente trabajados en los bordes del camino.
Un día, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño que le pedía algo de comer. “Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.
Aquel extraño de cabellos oscuros y barba descuidada iba pobremente vestido, pero había en su mirada un destello de honestidad y corrección. Sus manos, callosas y trabajadas por esfuerzos de hombre humilde, revelaban una tranquilidad y seguridad de ánimo que sorprendieron a la mujer.
“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. ”Tengo una piedra de sopa en mi bolsillo; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. ¿Podría traer un puchero muy grande con agua, por favor?”.
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego le dio vueltas, probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó: “¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.”
“¡Yo tengo patatas en mi cocina!”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. Dijo que estaba excelente y luego añadió: “Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...”.
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:”¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa, pensando que aún debían de quedar verduras en la despensa de su hogar, y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: “La sal”. ”Aquí la tiene”, le dijo la dueña de la casa. A continuación dio orden: “Platos para todo el mundo”. La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.
Todos se sentían extrañamente felices y mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. Y en medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.